Aquella primavera, al desaparecer abrigos y jerséis, Ana se percató de que su hijo volvía del colegio con señales de golpes, arañazos, e incluso, mordiscos, en los brazos.
Durante meses, su hijo le había ocultado que sus compañeros de clase se burlaban de él, le golpeaban y de forma habitual, le maltrataban. Por una mezcla de vergüenza y miedo a las represalias, no se había atrevido a contárselo a su madre y había sufrido, en silencio, todos aquellos abusos.
Como cualquier madre o padre, Ana pidió cita con el tutor de su hijo para aclarar la situación, pero, para su sorpresa, la respuesta del tutor fue que en el colegio no ocurría nada de eso y que su hijo debía hacerse esas marcas en la calle (cosa imposible, ya que Ana llevaba y recogía a su hijo del colegio, cada día). Los demás profesores, el director del centro y hasta el conserje, le negaron que en el colegio hubiera acoso ni malos tratos por parte de los compañeros. Es más, intentaron cambiar las tornas y acusaron a su hijo de inventarse todas esas historias.
Para mayor desesperación, Ana no tenía permitido entrar en el colegio para observar en primera persona lo que sucedía y tampoco, podía ver a su hijo en el recreo, por culpa de los altos muros que bordeaban el recinto escolar.
Ante la impotencia que le creaba el no poder tomar ninguna acción para defender a su hijo del maltrato al que era sometido, pensó en dejar de llevar a su hijo al colegio y buscar opciones alternativas para su educación. Pero, desde el centro, la amenazaron con exponerse a una denuncia por absentismo escolar. Para Ana, la pesadilla continuaba. Si la denunciaban, todo podía acabar en un juicio e incluso, si persistía en no llevarle al centro, en la retirada de la custodia de su hijo.
En este punto, Ana, debido al estado de ansiedad y estrés extremo al que estaban sometidos todos los miembros de su familia, contactó conmigo para contarme su historia y pedir ayuda. “Siento que, cada día, llevo a mi hijo al matadero”, me decía, “Sé que cada día le pegan y le insultan, pero no puedo hacer nada por evitarlo”.
Al igual que el hijo de Ana, cada día, miles y miles de niños acuden al colegio con la certeza de que allí, les van a insultar, se van a reír de ellos, les van a humillar o les van a golpear. Además de por el maltrato físico y psicológico al que son sometidos, el bullying es demoledor para l@s niñ@s que lo sufren debido al sentimiento de soledad y desamparo que sufren cuando los adultos a los que sus padres le han confiado su cuidado, no acuden en su ayuda. Por desgracia, un gran número de profesores (no todos, por fortuna) no se percatan (por falta de herramientas y conocimientos) de que se estén produciendo malos tratos, otros lo niegan, algunos, miran para otro lado como si no fuera su responsabilidad e, incluso, unos cuantos, llegan a culpar a la víctima (“se inventa las cosas”, “exagera”, “tiene que aprender a defenderse”, “es él quién provoca las agresiones”).
En estas últimas semanas, se ha vuelto hablar mucho de acoso escolar debido a un programa que iban a emitir en CUATRO sobre el tema llamado “Proyecto Bullying”. Presentado por Jesús Vázquez, el programa se anunciaba como un intento de dar voz a estos niños para ayudarles e intentar mediar para solucionar el problema. Sin embargo, tras la intervención de tres Fiscalías de Menores (de Madrid, Segovia y Cádiz) con el fin de proteger la integridad de los menores implicados, la emisión del programa ha sido paralizada. Comprendo que haya que proteger la integridad de los menores implicados, creo que otros programas de la misma cadena como Supernanny y Hermano Mayor que tan claramente vulneran la integridad y derechos de los menores, tampoco deberían ser emitidos. Sin embargo, espero y deseo que desde esas mismas Fiscalías, también se tomen medidas para ayudar a l@s niñ@s que están siendo acosados en sus respectivos centros.
Todo el revuelo organizado por la prohibición del programa ha puesto encima de la mesa que el problema de Bullying en nuestro país es mucho más profundo de lo que puede parecer. Negar los malos tratos, hacer como si no pasara nada, mirar para otro lado, quitarle importancia, culpabilizar a la víctima, son muestras de cómo nuestra sociedad permite y normaliza el maltrato a los niños. No se les atiende, no se les protege, no se les valora.
Resulta necesario un gran cambio de paradigma para poder ayudar definitivamente a l@s niñ@s que sufren. Como ha ocurrido en otros países, como en Finlandia, dónde han implantado medidas efectivas contra el acoso en las aulas, en España, debe realizarse este cambio Ya.
El bullying no puede seguir siendo acallado, debe ser visibilizado, trabajado y, sobre todo, evitado.
Texto: Ramón Soler